Enfrentemos el imperialismo cultural, que es un suburbio de relaciones sociales históricas que cambian con el tiempo y conocerlas es indispensable para luchar por un mundo mejor.
Enfrentar el imperialismo es socavar su hegemonía, es acabar con la opresión de los pueblos y su mentalidad de sumisos.
Europa y Norteamérica se encargaron de constuir modelos de consumo, se le dio una imagen a nuestros pueblos de Tercer Mundo adecuadas por las élites oligárquicas, construyeron unas clases medias arribistas y consumistas, y unos pueblos mansos. Difundieron la creencia de que éramos pueblos sin historia, o que la historia empezaba con los conquistadores. Y la historia imaginada por las élites y los imperialistas, el folklor, las tradiciones y nuestras costumbres fueron convertidas en cultura de museo y paquetes de oferta turística.
Este modelo de dominación cultural impuesto entró en crisis a finales del siglo pasado producto de la compleja coyuntura histórica vivida y dando paso a múltiples movimientos que en la práctica exigieron el reconocimiento y la aceptación de las diferencias y la diversidad desde lo étnico, lo cultural, de género, lo ecológico, lo político.
Derrotemos el pensamiento único, donde su principal componente es el neoliberalismo; que es una concepción estrechamente economicista que ha influido en los análisis sociales y en las concepciones filosoficas del mundo donde se reclama que los valores del capitalismo no son propios de una relación social, sino que son inherentes al ser humano. Por lo tanto, filosóficamente los seres humanos seríamos egoístas por naturaleza, competitivos y mercantiles.